Análisis Antropométrico y bioimpedancia

Esta técnica lleva por nombre Bioimpedancia o también se la conoce como Impedancia Bioeléctrica, que sirve para hacer el cálculo de grasa corporal sobre la base de las propiedades eléctricas de los tejidos biológicos. Tanto los músculos, como los huesos y los vasos sanguíneos son tejidos corporales que tienen un alto porcentaje de agua, que produce la conducción de electricidad de forma fácil. Por otra parte, el tejido graso posee escasa conductividad eléctrica.

Consiste en una corriente eléctrica de bajísima intensidad que recorre el cuerpo permitiendo valorar su resistencia. La resistencia depende del agua contenida en el organismo. Tomando este dato y relacionándolo con otros como edad, sexo y estatura del individuo se puede calcular la masa muscular de todo el cuerpo.

Asimismo, el tejido adiposo siendo totalmente aislante y no conduciendo la electricidad, se hace el cálculo usando el peso (masa grasa= peso-masa muscular)

Este método se utiliza en la actualidad en personas que van de los 16 a 70 años, no siendo de utilidad para aplicarlo en menores debido a la variación en la cantidad de agua de su cuerpo y las distintas estaturas que van alcanzando en la etapa de crecimiento. En cambio está contraindicado para mujeres embarazadas y personas con marcapasos.

Se trata de una forma simple y rápida de calcular la grasa corporal de nuestro cuerpo realizando un completo estudio corporal. Gracias a este estudio, obtendrás un informe exhaustivo y detallado de la composición de grasa, agua, masa ósea y masa muscular de tu cuerpo.

Los datos antropométricos representan mediciones objetivas y cuantificables de las dimensiones, proporciones y composición del cuerpo humano. Estos valores numéricos se obtienen mediante el uso de instrumentos específicos y protocolos estandarizados de la International Society for the Advancement of Kinanthropometry (ISAK), lo que les confiere plena validez científica y reproductibilidad. En el contexto estético, dichos datos trascienden la mera descripción física para convertirse en una herramienta analítica fundamental.

A través de su interpretación se pueden identificar desequilibrios en las proporciones corporales, se evalúa con precisión la distribución de tejidos adiposos y musculares, y se establecen referencias basales individualizadas. La información derivada sirve para diagnosticar de manera precisa la morfología (biotipo o somatotipo), lo que permite la definición de objetivos realistas y personalizados.

Además, estos datos se emplean para planificar intervenciones, monitorear cambios a lo largo del tiempo y verificar la eficacia de tratamientos estéticos o programas de acondicionamiento. Su correcto análisis proporciona una base objetiva que sustituye la subjetividad de la apreciación visual, facilitando una comunicación clara y orientando las decisiones hacia resultados armoniosos y técnicamente fundamentados.

Este análisis debe realizarse como evaluación inicial obligatoria antes de diseñar cualquier plan de tratamiento estético o programa de acondicionamiento físico, con el fin de establecer un diagnóstico morfológico preciso de la condición basal del individuo. La aplicación periódica del análisis se recomienda a lo largo del proceso, idealmente en intervalos regulares que pueden ser mensuales o trimestrales según el caso, para cuantificar objetivamente los cambios y progresos obtenidos.

También se aconseja realizar un nuevo análisis cuando existe un estancamiento en los resultados, ya que los datos pueden revelar ajustes necesarios en la estrategia empleada, como modificaciones en el plan de dieta o de ejercicio. De igual forma, este procedimiento se indica tras finalizar un ciclo de tratamiento para documentar los resultados finales y compararlos con los objetivos planteados inicialmente.

Su aplicación sistemática transforma la percepción subjetiva en información medible, permitiendo que las decisiones se basen en evidencia concreta. Esta metodología facilita una comunicación profesional y transparente sobre el estado y la evolución de la composición y proporciones corporales, proporcionando una guía objetiva para la personalización y optimización continua de cualquier intervención dirigida a la mejora de la estética corporal.

La frecuencia recomendada para realizar un análisis antropométrico se determina por los objetivos del acondicionamiento físico o el programa estético y la rapidez esperada de los cambios. En la mayoría de los casos se sugiere una periodicidad mensual, tiempo óptimo para registrar cambios medibles en la composición corporal, sin que sean enmascarados por variaciones fisiológicas cotidianas o la curva de error del método.

Para protocolos que buscan reducción de grasa localizada o ganancia muscular definida, la evaluación se puede programar incluso cada 3 – 4 semanas, permitiendo un monitoreo más estrecho y ajustes rápidos en la planificación. En contraposición, para fases de mantenimiento o de progreso muy paulatino, el análisis puede efectuarse de manera trimestral sin perder rigor.

El principio fundamental es la aplicación consistente y metódica, donde cada sesión de medición se replica bajo idénticas condiciones de protocolo, horario, hidratación e instrumentación a la evaluación basal. Esta uniformidad técnica es la que garantiza la fiabilidad de la comparación entre los datos sucesivos, transformando las series de mediciones en una herramienta poderosa para visualizar tendencias, cuantificar la efectividad de las intervenciones y
fundamentar con objetividad cada decisión profesional tomada durante el proceso.

Durante el examen antropométrico no se experimenta dolor o molestia significativa, ya que es un procedimiento completamente externo, no invasivo que solo implica el contacto físico.

Se siente la presión ligera y fría del instrumental metálico, como el antropómetro o el plicómetro, al ser posicionados con precisión sobre los puntos anatómicos de referencia definidos por el protocolo. La cinta métrica inelástica se ajusta con firmeza alrededor de los perímetros corporales, pero sin ocasionar opresión o molestia en la piel. La sensación predominante es la de un contacto físico controlado, sistemático y profesional por parte del evaluador, quien
manipula los instrumentos con suavidad y precisión.

Es posible percibir una leve sensación de pinzamiento momentáneo y localizado en la zona específica donde se toma el pliegue cutáneo, sensación que desaparece de inmediato al ser liberado el calibrador. El proceso completo se describe generalmente como neutral e incluso relajante, dado que se desarrolla
en un entorno clínico tranquilo y se requiere permanecer en posiciones estáticas durante breves periodos de tiempo. La cooperación es importante, mantenerse inmóvil y en la postura requerida asegura que las mediciones se tomen con exactitud y reproducibilidad, sin generar incomodidad durante o después del procedimiento.

Sí, es fundamental seguir una preparación estricta para garantizar la máxima fiabilidad y reproducibilidad de las mediciones, ya que factores cotidianos pueden alterar temporalmente los valores. El protocolo busca captar la morfología basal, no variaciones momentáneas.

Se recomienda acudir bien hidratado de forma mantenida los días previos, pero habiendo evitado la ingesta excesiva de líquidos o una comida copiosa en las 2 – 3 horas inmediatamente anteriores. La vejiga debe estar vacía al momento de la medición. Es crucial presentarse con ropa mínima y ajustada (ropa interior deportiva, leggings o short) para permitir el acceso a todos los puntos anatómicos sin que la tela comprima o pliegue la piel, y se debe retirar toda
joyería.

No se debe haber realizado ejercicio físico intenso, sauna o masajes profundos en las 24 horas previas, ni consumido alcohol, cafeína o diuréticos en las 48 horas anteriores, pues estos afectan la hidratación tisular y los perímetros, e incluso el peso. Lo ideal es realizar el análisis a la misma hora del día en cada sesión de control, preferentemente por la mañana en ayunas o después de un desayuno ligero, y en condiciones basales similares. Para las mujeres, se debe anotar la fase del ciclo menstrual, ya que provoca fluctuaciones hormonales
que influyen en la retención de líquidos y mediciones.