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Psicólogo TDAH Madrid

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Psicólogo para TDAH

¿Qué es el TDAH?

El TDAH o Trastorno por deficit de atención e hiperactividad es un trastorno de conducta. Se suele mostrar en forma de actividad física excesiva, impulsividad y dificultad para focalizar la atención. Esto provoca dificultades en el rendimiento escolar y en las relaciones sociales existentes en los tres sistemas principales (escuela, familia, amigos). Recientemente y según la última revisión del manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM-V) se retrasa de los 7 a los 12 años la aparición de ciertos síntomas para considerarse TDAH.

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Hiperactividad y deficit atención

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¿Cuándo existe el TDAH?

Es importante resaltar que cualquier persona puede presentar algunos de estos síntomas en momentos puntuales de su vida. Por eso es importante que observemos que estos síntomas coexistan en los tres sistemas antes mencionados (escuela, familia y amigos) y que se prolonguen en el tiempo.

En el caso del TDAH habría que considerar algunos aspectos antes de diagnosticarlo ya que en la actualidad el numero de casos ha aumentado exponencialmente (sobretodo en niñas) y existe una gran cantidad de falsos positivos. Esto provoca que muchos niños se sometan a un tratamiento farmacológico (muchas veces innecesario) para solucionar el problema. Por esto, es necesario realizar un diagnostico diferencial con diferentes problemas:

Síntomas de tener TDAH

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Superar el TDAH

Clasificación del TDAH

En la clasificación del TDAH se establecen tres categorías principales:

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Las causas de este trastorno no están del todo claras y suelen hacer alusión a un aspecto multifactorial. Existe un componente genético que apunta a que personas que padecen este trastorno tienen una alta probabilidad de que lo desarrollen sus hijos. Otro de los factores seria el ambiental, la presencia de un entorno o familias desestructuradas parecen ser impulsores en la aparición de este tipo de trastornos.

Los patrones educativos jugarían también un papel fundamental en la aparición de este tipo de problemas de conducta, una falta de consistencia por parte de los padres en el criterio o el patrón educacional podría derivar en la aparición de estas problemáticas.

Los tres ejes del tratamiento del TDAH

  • Farmacológico
  • Psicológico
  • Familiar/escolar.

Con respecto al tratamiento psicológico la evidencia científica apunta a la terapia cognitivo- conductual como la más eficaz para tratar este tipo de trastornos ya que presentan una mejoría a corto plazo muy significativa.

Existen varias estrategias desde el punto de vista cognitivo conductual para abordar este tipo de problemáticas. La economía de fichas y los sistemas de refuerzo parecen obtener buenos resultados , así como el entrenamiento en habilidades sociales, las técnicas de relajación y control del estrés.

No podemos olvidar que gran parte del tratamiento psicológico se ha de llevar a cabo con los padres de los niños, ya que, en muchos casos es necesario algo de psicoeducación y enseñanza en patrones educacionales consistentes para que el programa de tratamiento se lleve a cabo de la manera adecuada puesto que serán los encargados de la aplicación del tratamiento en la mayoría de las ocasiones.

Como ya sabemos, no existen marcadores cognitivos, biológicos o sociales concretos que nos hagan sospechar de una relación directa con la aparición de este tipo de problemáticas.

Además el TDAH tiene como peculiaridad la superposición sintomatológica con otro tipo de trastornos, dificultando a veces su diagnostico y su correcto tratamiento.

Aspectos cultural y social

A parte de todo esto no podemos evitar considerar el aspecto cultural y social. En este sentido hay unos niveles de rendimiento académico establecidos de manera cultural y los niños que se sitúan fuera de esos márgenes a menudo son diagnosticados con este tipo de trastornos, pero no podemos olvidar que esos márgenes son también arbitrarios y los hemos generado nosotros, con lo cual no podemos evitar cuestionarlos o por lo menos considerarlos a la hora de empezar a medicar a un niño.

Una vida saludable en cuanto a deporte y alimentación también parece estar relacionado como factores de protección ante estos problemas.

En este caso los niños que presentan este subtipo suelen presentar síntomas mas relacionados con la facilidad para distraerse (a veces pueden parecer ausentes), la imposibilidad de finalizar tareas, la dificultad para mantener la atención sostenida durante la clase, falta de organización, etc

  • No es capaz de prestar atención a los detalles o comete errores.
  • Tiene dificultades para seguir instrucciones y no consigue terminar tareas.
  • Se distrae con facilidad.
  • Se olvida de hacer algunas actividades diarias.
  • Le cuesta concentrarse en tareas o juegos.
  • Parece que no escuche.
  • Tiene problemas para organizarse.
  • Evita o le agobian las actividades que requieren esfuerzo mental de concentración.
  • Pierde u olvida elementos que se necesitan para deberes o actividades.

Las tres presentaciones de TDAH reconocidas en adultos son: la presentación con predominio del déficit de atención (inatento), la presentación con predominio hiperactivo – impulsivo y la combinación de ambos. El predominio inatento se caracteriza principalmente por dificultades significativas para mantener la atención, seguir instrucciones y organizar tareas, lo que se acompaña de una tendencia a la distracción frecuente y los despistes cotidianos.

El predominio hiperactivo – impulsivo se manifiesta por una inquietud interna constante, dificultad para permanecer quieto en situaciones que lo requieren, impulsividad en la toma de decisiones y una tendencia a interrumpir conversaciones. El tipo combinado, que es el más frecuente, presenta una sintomatología mixta donde se cumplen de manera simultánea los criterios tanto de inatención como de hiperactividad – impulsividad.

La presentación clínica en adultos puede ser más sutil que en niños, observándose a menudo una internalización de la hiperactividad que se traduce en una sensación de inquietud y una mente constantemente acelerada. Identificar la presentación específica es crucial para diseñar un abordaje terapéutico personalizado y efectivo. Este enfoque individualizado permite que las estrategias se adapten a los desafíos específicos que cada persona enfrenta.

Una persona con hiperactividad suele presentar una inquietud motora constante que se manifiesta con la dificultad para permanecer sentada durante periodos prolongados. Es frecuente observar movimientos repetitivos con las manos o los pies, como el tamborileo de dedos. Experimentan una sensación interna de nerviosismo o aceleración, que puede traducirse en una necesidad continua de cambiar de postura o de actividad.

La capacidad para realizar tareas o hobbies de manera tranquila y silenciosa se encuentra con frecuencia comprometida. En conversaciones grupales, la persona puede tener dificultad para guardar el turno para hablar, tendiendo a responder de forma precipitada o a interrumpir a los demás.

La impulsividad es otro componente clave, observándose en la toma de decisiones apresuradas sin una completa consideración de las consecuencias. La planificación de actividades a largo plazo puede verse afectada por esta necesidad de obtener gratificación inmediata.En adultos, la hiperactividad física manifiesta suele atenuarse, siendo reemplazada por una sensación subjetiva de inquietud y una mente que está constantemente en funcionamiento. Esta experiencia interna puede ser igual de fatigosa e interferir con la capacidad para relajarse o descansar.

Una persona con déficit de atención típicamente experimenta dificultades significativas para mantener la concentración en tareas o actividades, especialmente si no son altamente estimulantes. Los detalles son pasados por alto con facilidad y se cometen errores por descuido con frecuencia en el trabajo o los estudios.

La organización de las actividades diarias y la gestión del tiempo representan un desafío constante, observándose una tendencia al aplazamiento de responsabilidades. Las instrucciones verbales o escritas pueden ser malinterpretadas o no seguidas en su totalidad, no por falta de comprensión, sino por una desconexión atencional.

También, los objetos personales son extraviados de manera habitual, ya que la atención no se fija en los actos rutinarios. La facilidad para distraerse es una característica central, donde estímulos externos irrelevantes o pensamientos internos interrumpen constantemente el hilo de pensamiento.

Las conversaciones pueden ser difíciles de seguir, dando la impresión de que la persona no está escuchando. Es importante destacar que, en contraste, puede alcanzar un estado de concentración intensa en actividades de alto interés personal, lo que demuestra que la capacidad atencional existe, pero su regulación es ineficaz.

Se puede sospechar la presencia de un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH en la edad adulta cuando se identifica un historial de dificultades significativas de atención, desorganización o impulsividad desde la infancia.

Sin embargo, una evaluación profesional es necesaria para confirmar el diagnóstico, descartando otras condiciones con sintomatología solapada. La inatención se manifiesta típicamente como una lucha constante para mantener la concentración en reuniones o lecturas prolongadas, una tendencia a la distracción por estímulos irrelevantes y un olvido frecuente de compromisos o tareas cotidianas.

La desorganización es evidente en la gestión del tiempo, con dificultades para cumplir plazos y una sensación de caos en la planificación diaria. La impulsividad puede observarse en la toma de decisiones apresuradas, la interrupción de conversaciones o una baja tolerancia a la frustración.

Estos síntomas deben presentarse en al menos dos ámbitos de la vida, como el laboral y el familiar, y generar un deterioro clínicamente significativo en el funcionamiento global. La consulta con un profesional capacitado es el siguiente paso para obtener una evaluación precisa y un plan de manejo adecuado.

La consulta con un psicólogo o psiquiatra especializado debe considerarse cuando los síntomas de desatención, hiperactividad o impulsividad generan un impacto negativo persistente en la vida diaria.

Esta decisión es recomendable si de forma habitual experimentas dificultades significativas para organizar tareas, cumplir plazos o mantener la concentración en el trabajo. La búsqueda de ayuda profesional también es aconsejable si estos problemas de funcionamiento ejecutivo te causan una sensación de frustración o baja autoestima.

Además, la intervención se vuelve necesaria cuando las relaciones interpersonales se ven afectadas por la impulsividad en las conversaciones o por la dificultad para cumplir compromisos. La presencia de un malestar emocional continuo, como ansiedad o desánimo, vinculado a estas dificultades, es otra señal clara para solicitar una evaluación.

Incluso sin un diagnóstico previo en la infancia, si estos patrones han estado presentes de manera constante a lo largo de la vida, se puede realizar una valoración exhaustiva para confirmar o descartar la condición y así establecer un plan de intervención adecuado.  Actuar ante estas señales puede ser el primer paso hacia una mejor comprensión de uno mismo y una notable mejora en el bienestar diario.

El tiempo requerido para observar una mejoría significativa en el manejo del TDAH es variable y depende de factores individuales como la consistencia en el tratamiento, la severidad de los síntomas y la presencia de otras condiciones.

Generalmente, es posible notar algunos beneficios iniciales relacionados con una mayor comprensión de la condición y estrategias básicas de organización en las primeras semanas o meses de intervención. Sin embargo, la consolidación de nuevas habilidades de manejo ejecutivo y la modificación de patrones de conducta profundamente arraigados suelen requerir un trabajo sostenido durante un periodo más prolongado, que puede extenderse por varios meses o incluso años.

La mejoría se entiende como un proceso gradual donde pequeños avances se acumulan de manera constante. La adherencia a un plan multimodal, que puede incluir terapia psicológica, coaching y, en algunos casos, tratamiento farmacológico, es fundamental para optimizar los resultados. El objetivo último no es la desaparición de los síntomas, sino el desarrollo de un conjunto de herramientas personales que permitan una gestión efectiva de los mismos, logrando una notable mejora en la funcionalidad y la calidad de vida.

Aunque no es un requisito absoluto para todos, el tratamiento farmacológico a menudo se considera la intervención de primera línea en muchos protocolos para adultos, debido a su alta eficacia demostrada en el manejo de los síntomas nucleares.

Se recomienda especialmente cuando los síntomas generan un deterioro significativo. La decisión de iniciar un tratamiento farmacológico se toma de manera conjunta entre el paciente y el psiquiatra, luego de una evaluación exhaustiva. Los medicamentos psicoestimulantes y no estimulantes han demostrado una alta eficacia para reducir la inatención, la impulsividad y la hiperactividad, lo que facilita la aplicación de estrategias psicológicas.

Este abordaje farmacológico se entiende como una herramienta que puede crear la estabilidad neuroquímica necesaria para que el aprendizaje de habilidades de organización y regulación emocional sea más efectivo. La terapia psicológica y el coaching especializado son pilares fundamentales del tratamiento, con o sin medicación.

La necesidad de fármacos es evaluada continuamente, y su uso puede ser temporal o prolongado según la respuesta individual y los objetivos específicos de cada persona. La combinación de intervenciones es frecuentemente la vía más efectiva para un manejo integral del trastorno.

Las personas con TDAH suelen experimentar una gran satisfacción al involucrarse en actividades que capturan su interés natural y les permiten entrar en un estado de concentración intensa (hiperfoco). La variedad y la novedad son altamente valoradas, ya que el compromiso con proyectos creativos o la resolución de problemas prácticos proporciona una estimulación mental óptima. Un entorno de trabajo o estudio flexible, donde se permitan la movilidad y los cambios de tarea, contribuye significativamente a su bienestar.

El reconocimiento de sus esfuerzos y la validación de sus fortalezas únicas, como la energía y el pensamiento innovador, son esenciales para una autoimagen positiva. Las relaciones interpersonales con personas que comprenden su estilo cognitivo y ofrecen aceptación incondicional sin juicios sobre sus desafíos organizativos son un pilar fundamental.

La posibilidad de utilizar herramientas y estrategias que compensen sus dificultades ejecutivas reduce la frustración diaria. Finalmente, el autoconocimiento y la comprensión de su propia condición les permiten que se construya un sentido de agencia y control sobre su vida, lo que constituye una base sólida para una existencia plena y satisfactoria.

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