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Las analíticas de control de osteoporosis son herramientas clave para evaluar la salud ósea y detectar cambios en la densidad mineral ósea. Una de las pruebas más comunes es la densitometría ósea, que mide la cantidad de minerales, principalmente calcio, en los huesos.

Los resultados de  análisis de osteoporosis, junto con la densitometría, permiten a los especialistas realizar un diagnóstico más completo y tomar decisiones informadas sobre el tratamiento necesario para la osteoporosis.

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Grados y niveles de osteoporosis

La osteoporosis se clasifica en distintos grados según la densidad mineral ósea, la cual se evalúa mediante un escáner DEXA. Este tipo de examen proporciona una puntuación  T que compara la densidad ósea de un individuo con la de un adulto joven sano, estableciendo así un estándar de referencia.

Una puntuación T de -1.0 o superior se considera normal, esto indica
que la densidad ósea está dentro de los límites saludables. 

Una puntuación que se sitúa entre -1.0 y -2.5 sugiere una disminución de la densidad ósea, lo que se conoce como osteopenia.

Una puntación T de -2.5 o menor se clasifica como osteoporosis, y este grado de disminución es indicativo de una condición más severa que requiere atención ya que estos casos podrían conllevar fracturas por fragilidad. Este estado significa que los huesos han perdido una cantidad significativa de su densidad, lo que aumenta considerablemente el riesgo de fracturas, incluso en situaciones que no implican un impacto fuerte. 

¿Qué valores analizamos en una analítica para el control de osteoporosis?

Prueba de cálcio en la sangre

La prueba de calcio en sangre mide la concentración de este mineral en el suero sanguíneo, pero no diagnostica osteoporosis directamente, ya que sus niveles suelen mantenerse estables incluso cuando hay pérdida ósea avanzada. 

Se utiliza principalmente para evaluar el equilibrio global de calcio en el organismo, identificar causas secundarias de debilidad ósea como hiperparatiroidismo, exceso de hormona paratiroidea que desgasta huesos, o déficits graves de vitamina D, y monitorizar tratamientos con suplementos de calcio. Los valores normales oscilan entre 8.6 y 10.3 mg / dL en adultos.

Precios analítica osteoporosis

Analitica

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El médico que se especializa en el tratamiento de la osteoporosis es el endocrinólogo, quien se encarga de las afecciones relacionadas con las hormonas y el metabolismo del cuerpo.

Este médico especialista puede evaluar la salud ósea y determinar los factores hormonales que contribuyen a la pérdida de masa ósea. Además, es responsable de realizar pruebas diagnósticas, como densitometrías óseas, para medir la densidad mineral de los huesos y evaluar el riesgo de fracturas.

Otro profesional que también juega un papel importante en el manejo de la osteoporosis es el reumatólogo. Este médico se centra en las enfermedades que afectan las articulaciones, músculos y huesos. Los reumatólogos pueden ayudar a diagnosticar y tratar problemas relacionados con la salud ósea, además de ofrecer tratamientos específicos para controlar la osteoporosis.

A menudo trabajan en conjunto con endocrinólogos para desarrollar un enfoque integral en el tratamiento de pacientes con osteoporosis. Además de estos especialistas, los médicos de atención primaria, como los médicos de familia, pueden ser los primeros en identificar los signos de la osteoporosis y remitir a los pacientes a un endocrinólogo o reumatólogo. Estos médicos realizan evaluaciones iniciales y pueden recomendar cambios en el estilo de vida, así como suplementos de calcio y vitamina D.

Una persona con osteoporosis debe evitar realizar actividades de alto impacto que puedan aumentar el riesgo de fracturas. Actividades como correr, saltar o practicar deportes de contacto pueden poner en peligro la integridad de los huesos ya debilitados.

En lugar de estos ejercicios, es recomendable optar por actividades de bajo impacto que fortalezcan los músculos y mejoren el equilibrio, como caminar, nadar o practicar yoga. Estas opciones contribuyen a mantener la movilidad sin someter al cuerpo a un estrés excesivo. Además, es importante no descuidar la postura. Mantener una postura inadecuada al sentarse o al levantar objetos puede aumentar la probabilidad de lesiones.

Es recomendable prestar atención a la forma en que se realizan actividades cotidianas, como agacharse o levantar cosas del suelo, para evitar movimientos bruscos que podrían ocasionar caídas o fracturas. Utilizar técnicas de levantamiento adecuadas y estar conscientes de la postura al caminar puede marcar una gran diferencia en la prevención de accidentes. Por último, se debe evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco. Ambas sustancias afectan negativamente la salud ósea y pueden contribuir a la progresión de la osteoporosis; el alcohol puede interferir con la absorción de calcio, y el tabaquismo está asociado a la disminución de la densidad ósea.

Cuando se tiene osteoporosis, es recomendable evitar el consumo excesivo de alimentos ricos en sodio. El alto contenido de sal puede contribuir a la pérdida de calcio a través de la orina, lo que afecta negativamente la salud ósea. Por lo tanto, es aconsejable limitar los alimentos procesados, como embutidos, comidas enlatadas y snacks salados, que suelen contener cantidades elevadas de sodio.

Además, es útil leer las etiquetas nutricionales para seleccionar productos con bajo contenido de sal. Asimismo, el exceso de cafeína debe ser restringido. Las bebidas como café, té y algunos refrescos contienen cafeína, que puede interferir con la absorción de calcio y promover la pérdida de este mineral en los huesos. Se recomienda moderar el consumo de estas bebidas y optar por alternativas que no contengan cafeína. En general, mantener un consumo equilibrado ayudará a proteger la salud ósea.

También es prudente limitar el consumo de alimentos ricos en ácido oxálico y fitatos. Estos compuestos, presentes en vegetales como espinacas y acelgas, así como en granos y legumbres, pueden inhibir la absorción de calcio. Aunque estos alimentos son nutritivos, es aconsejable consumirlos con moderación y combinarlos con fuentes de calcio para contrarrestar su efecto. Planificar la dieta contribuye a la salud ósea en personas con osteoporosis.

Una de las estrategias más efectivas para mejorar la densidad ósea, es aumentar la ingesta de calcio. Este mineral es fundamental para la formación y mantenimiento de los huesos. Los alimentos ricos en calcio incluyen lácteos, como leche, yogur y quesos, así como vegetales de hoja verde, tales como el brócoli y la col rizada.

También es importante consumir alimentos de fuentes no lácteas, como almendras, sardinas y tofu. La absorción adecuada de calcio se potencia con la presencia de vitamina D, por lo que es importante incluir alimentos ricos en esta vitamina, como pescados grasos, y considerar la exposición moderada al sol.

Además de la alimentación, la actividad física desempeña un papel crucial en el fortalecimiento de los huesos. Ejercicios de resistencia, como levantar pesas y actividades de soporte de peso, como caminar, correr o practicar danza, son especialmente beneficiosos. Estos ejercicios estimulan la formación ósea al generar tensión sobre los huesos, lo que promueve la densidad mineral.

Evitar hábitos perjudiciales también es fundamental para mejorar la densidad ósea. Limitar la ingesta de alcohol y dejar de fumar también puede ayudar a preservar la densidad ósea. Asimismo, es importante mantener un peso saludable, ya que tanto el sobrepeso como el bajo peso pueden afectar negativamente la salud ósea.

Para frenar el avance de la osteoporosis se debe adoptar un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada rica en calcio y vitamina D. Incorporar alimentos como lácteos, verduras de hoja verde, frutos secos y pescado ayuda a fortalecer los huesos. La exposición moderada al sol también contribuye a la síntesis de vitamina D, esencial para una adecuada absorción del calcio. Suplementos de vitamina D pueden ser necesarios en caso de deficiencia. El ejercicio regular también puede prevenir la pérdida ósea.

Actividades de resistencia y entrenamiento de fuerza, como levantamiento de pesas y ejercicios de equilibrio, estimulan la formación ósea y mejoran la densidad mineral. Se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada cada semana. Es importante adaptar el régimen de ejercicios a las capacidades individuales, priorizando los que no implican un alto riesgo de caídas o fracturas. Además, se deben evitar hábitos como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.

El humo afecta negativamente la densidad ósea, mientras que el exceso de alcohol puede interferir con el equilibrio y la coordinación, aumentando el riesgo de caídas. También es recomendable mantener un control regular con médicos especialistas para evaluar la condición ósea y ajustar cualquier tratamiento según sea necesario.

La osteoporosis temprana no presenta síntomas evidentes, detectándose solo mediante densitometría. En fases avanzadas, el signo principal son fracturas por fragilidad con traumatismos mínimos o sin causa aparente, frecuentes en vértebras, cadera, muñeca u hombro.

Las fracturas vertebrales causan dolor dorsal o lumbar agudo, pérdida progresiva de estatura hasta 15 cm y cifosis 0 joroba. La compresión de nervios por vértebras colapsadas puede generar dolor irradiado al abdomen o piernas. La reducción de movilidad torácica por deformidades vertebrales deriva en dificultad respiratoria. Las fracturas de cadera ocasionan dolor inguinal intenso, incapacidad para caminar y alto riesgo de discapacidad permanente.

Otros síntomas incluyen dolor óseo mecánico, o molestias en huesos largos al cargar peso o caminar y debilidad muscular asociada a la inactividad por miedo a caídas. La disminución de la calidad de vida es común debido al dolor crónico y la pérdida de autonomía. La presencia de múltiples fracturas vertebrales puede comprimir órganos abdominales, causando saciedad temprana o estreñimiento.

Nunca se debe ignore un dolor de espalda persistente en mayores de 50 años o postmenopáusicas, pues puede ser la primera señal de fractura no diagnosticada.

Los niveles normales de calcio en sangre para adultos oscilan entre 8.6 y 10.3 mg / dL o 2.15 a 2.58 mmol / L, manteniéndose estables gracias a regulaciones hormonales. Estos rangos pueden variar ligeramente entre laboratorios según metodologías analíticas.

Valores inferiores a 8.6 mg / dL sugieren hipocalcemia, déficit de calcio, asociada a déficit de vitamina D, malabsorción intestinal o fallo renal. Niveles superiores a 10.3 mg / dL indican hipercalcemia, exceso de calcio, vinculada a hiperparatiroidismo, exceso de hormona paratiroidea, algunos cánceres o sobredosis de suplementos.

En adultos mayores, el rango es similar, pero con mayor riesgo de desequilibrios por menor ingesta o enfermedades crónicas. Factores como deshidratación grave, medicamentos diuréticos tiazídicos o inmovilización prolongada pueden alterar transitoriamente los resultados. La medición de calcio ionizado fracción activa y biodisponible es más precisa en casos críticos, con rango normal de 4.6 a 5.3 mg / dL.

Este análisis no evalúa directamente la densidad ósea, pero niveles persistentemente anormales pueden contribuir a fragilidad esquelética. Siempre debe interpretarse junto a vitamina D, hormona paratiroidea y función renal para identificar causas subyacentes. Valores fuera de rango requieren evaluación médica urgente.

La prevención efectiva combina nutrición, ejercicio y hábitos saludables. Es importante asegurar un consumo adecuado de calcio: 1000 a 1200 mg diarios mediante lácteos, sardinas, brócoli o almendras. Optimizar la vitamina D con exposición solar controlada 15 minutos diarios y alimentos como huevos o salmón; si hay déficit, usar suplementos médicamente indicados. Realizar ejercicio regular de carga como caminar rápido, subir escaleras o entrenamiento con pesos ligeros, que estimulen la fortaleza ósea.

Evitar el tabaco y limitar el alcohol a una copa diaria, pues ambos aceleran la pérdida de hueso. En mayores de 50 años o personas con factores de riesgo como menopausia precoz, uso prolongado de corticoesteroides o antecedentes familiares, realizar densitometrías periódicas para detectar pérdida temprana llamada osteopenia. Reducir el riesgo de caídas mejorando la iluminación del hogar, usando calzado antideslizante y revisando la vista anualmente.

Controlar enfermedades crónicas como artritis reumatoide o diabetes que afectan la salud ósea. Consultar sobre medicamentos que debilitan huesos como antiácidos con aluminio o algunos tratamientos hormonales. Mantener un peso saludable, ya que el bajo peso reduce masa ósea. En mujeres postmenopáusicas, evaluar con el médico terapias de reemplazo hormonal.

Los marcadores tumorales óseos son sustancias que el cuerpo produce cuando hay tumores malignos afectando los huesos. No sirven para diagnosticar osteoporosis, sino para detectar cáncer óseo o metástasis. Incluyen una enzima relacionada con la reparación del hueso que aumenta cuando hay cáncer primario de hueso o metástasis; fragmentos liberados al destruirse el hueso, útiles para ver si los tratamientos oncológicos funcionan; y el marcador de próstata, clave si ese cáncer se extiende a huesos. Otros se vinculan a metástasis de cáncer de mama.

Estas sustancias muestran el equilibro entre creación y destrucción de hueso en
casos de cáncer, ayudando a vigilar la enfermedad. Nunca reemplazan pruebas de imagen o biopsias. Su uso en osteoporosis es mínimo: solo son relevantes si hay cáncer conocido con posible afectación ósea. Algunos marcadores son específicos para cánceres como el mieloma. Los resultados deben compararse con análisis previos del mismo paciente para tener sentido.

Algunos se asocian específicamente a metástasis de cáncer de pulmón en huesos. Se miden mediante muestras de sangre u orina de forma periódica. Suelen analizarse en conjunto para aumentar su fiabilidad en el seguimiento clínico.

La osteoporosis es una condición crónica que no tiene cura definitiva, pero puede controlarse eficazmente con tratamientos que frenan la pérdida ósea, reducen el riesgo de fracturas y en algunos casos, aumentan moderadamente la densidad mineral.

Los fármacos como los bifosfonatos, medicamentos que inhiben la destrucción ósea, o el denosumab, anticuerpo que bloquea células destructoras de hueso, demuestran alta eficacia para estabilizar la masa ósea. La terapia anabólica con teriparatida o romosozumab estimula la formación de hueso nuevo en casos graves. Estos tratamientos se combinan con suplementos de calcio y vitamina D para optimizar la absorción mineral.

Cambios en el estilo de vida como ejercicio de carga, como caminar o pesas, evitar el tabaco y el alcohol, así como prevenir caídas son esenciales. La densitometría periódica monitoriza la respuesta al tratamiento. En fases iniciales u osteopenia o pérdida ósea leve, la intervención temprana puede revertir parcialmente el deterioro.

Sin embargo, el daño estructural avanzado o fracturas vertebrales establecidas son irreversibles. El éxito depende de la adherencia al tratamiento, edad del paciente y causas subyacentes. La prevención mediante diagnóstico precoz sigue siendo la estrategia más efectiva.

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