¿Qué es la frustración?
La frustración es una emoción que surge cuando no podemos satisfacer una necesidad o un deseo. Esta emoción es una reacción natural en todas las personas, aunque los problemas vienen cuando la persona no es capaz de tolerarla, lo que puede generar una insistencia en la consecución errónea de la meta o un bloqueo emocional que impide llegar a ella.
Cuando queremos conseguir algo con muchas ganas y no lo alcanzamos, podemos reaccionar insistiendo más sobre ello para ver si lo conseguimos, o evitando volver a intentarlo para no experimentar más malestar, sintiéndonos bloqueados y frustrados. Ambas respuestas son erróneas, ya que ninguna nos permite reflexionar acerca de la solución que pueda acercarnos al objetivo por lo aparece la frustración.
¿Como gestionar nuestra frustración?
En estas situaciones es cuando las personas debemos parar a pensar y reflexionar sobre el problema, generar nuevas posibles soluciones y escoger las que más probabilidad tengan de funcionar. Esto no quiere decir que todas las metas que nos propongamos sean alcanzables, ya que, por ejemplo, algunas de ellas pueden no estar controladas solo por nosotros, sino también por el exterior, lo que puede reducir las posibilidades de conseguirlas por nosotros mismos, y tendremos que poner en marcha soluciones que incluyan a otras personas.
En estas ocasiones puede aparecer frustración, aunque debemos tener en cuenta que lo que nosotros mismos no la podemos controlar y eso no debería hacernos sentir esa mal porque no tenemos responsabilidad sobre ello. No debemos olvidar que las expectativas sobre nuestros objetivos a conseguir deben ser realistas, lo que reducirá la frustración en caso de no llegar a ellos.
Somos capaces de conseguir muchas cosas por nosotros mismos, pero nuestras metas siempre deben ser reflexionadas y nuestros planes para conseguirlos bien organizados para aumentar nuestras posibilidades y reducir el riesgo de sentirnos frustrados. No se debe decaer en el intento, siempre y cuando haya una solución más, pero debemos dejarlo ir cuando, después de haber intentado varias de ellas, siga sin ser alcanzable.
Frustración emocional
Las personas con baja tolerancia a la frustración suelen presentar pensamientos irracionales catastróficos y creen que si las cosas no salen como desean las consecuencias pueden ser horribles. Tienen pensamientos sobre lo que deben hacer ellos y lo que deben hacer los demás, además de tener creencias sobre las condiciones que deben rodearles en su vida, no pensando en que estas condiciones son idílicas y las dificultades les sucederán, como a cualquier otra persona.
De esta manera y al no pensar en que las cosas malas pasarán en un momento u otro, crean una idea sobre cómo debería ser su mundo ideal dando la espalda a la realidad, la cual les afecta cuando sucede y les provoca esa frustración a la que tanto temen.
Al aparecer la frustración una y otra vez y considerarla como catastrófica, se incrementa el temor que sienten hacia ella e intentan evadirla mediante la evitación de situaciones en las que pueda aparecer, además de fortalecer las creencias sobre las condiciones que deben rodearles en su vida, en las que la frustración nunca tendrá cabida
Sentimientos de frustración
Algunas personas pueden desarrollar intolerancia a la frustración, siendo ésta una sensibilidad excesiva a lo que resulta desagradable (contratiempos, incomodidad, problemas). Se busca una satisfacción inmediata y, cuando no se encuentra, aparecen el estrés, ira o falta de autoestima y motivación. Las personas con baja tolerancia a la frustración suelen culpar a los demás de lo que les ha pasado y se victimizan. Son personas que se rinden antes de conseguir sus objetivos, algo aprendido desde niños. No soportan la sensación de “fracaso”, ni si quiera la posibilidad de que las cosas no salgan como desean.
Frustración en niños
Es importante que los niños aprendan a perseverar en sus metas y no darse por vencidos, además de tolerar que no siempre van a tener lo que quieren, aquello que provoca esa satisfacción inmediata. De esta manera, podrán conseguir tolerar la frustración que tantas veces puede aparecer en sus vidas.
La importancia de la aceptación
Para cortar esta cadena de creencias, emociones y conductas que no nos llevan a ningún lado, debemos aprender de las dificultades para tener herramientas para las que puedan venir en un futuro. Aceptar que la frustración forma parte de la vida es un paso para superar la intolerancia a la frustración. Podemos intentar pensar que las consecuencias de que las cosas no salgan como queremos no serán tan horribles como creemos, así aprenderemos a no sentirnos mal. Identificar los pensamientos irracionales que nos abordan es un punto clave para llegar a esa tolerancia y aceptación.
También es importante definir qué es un fracaso y qué no lo es, ya que en muchas ocasiones consideramos como fracaso el hecho de no llegar a nuestras metas mediante un camino concreto, frustrándonos por algo que tiene una solución alcanzable mediante otro camino. Retroceder en este camino e intentar otras posibles soluciones es algo que nos enriquece a nivel personal y nos aporta perspectivas diferentes a la hora de afrontar otros problemas.
El análisis de la situación es clave para encontrar las posibles mejores soluciones e intentar una a una todas ellas hasta que consigamos nuestro objetivo, aceptando la frustración en este tránsito y considerándola como algo natural. Evitar la frustración u otras emociones naturales en el ser humano solo nos conducirá a la infelicidad y al malestar, por lo que debemos considerar las emociones negativas algo que está bien sentir, aceptarlas como algo que si no estuviera no nos permitiría ser quien somos, aprender formas nuevas de conseguir nuestras metas y fortalecernos para futuras situaciones que requieran de nosotros un esfuerzo por superarlas.
Frustración y terapia psicológica
Mediante la terapia psicológica, las personas con una baja tolerancia a la frustración pueden poner en práctica las diferentes herramientas proporcionadas por el psicólogo que nos permiten superar el temor a la emoción en sí. Sentirse frustrado no tiene por qué ser algo solamente negativo, sino que debemos aprovechar esa frustración para acceder a nuestro interior y buscar las posibles soluciones a los problemas que nos suceden diariamente a las personas.
El psicólogo puede considerar conveniente exponer a la persona a situaciones imaginarias o reales en las que la persona puede tener probabilidades de llegar a una meta, aunque con dificultades, para dar lugar a que experimente la frustración y la normalice, como cualquier otra emoción, tanto positiva como negativa. Solo enfrenándonos a lo que tememos o a lo que no somos capaces de tolerar nos liberaremos de ello y aceptaremos nuestra naturaleza como algo positivo y siempre aprovechando las sensaciones negativas como la frustración para crecer interiormente. Así seremos mejores personas para el exterior y mejores personas hacia nosotros mismos, dándonos la oportunidad de vivir tranquilos, relajados y, en definitiva, felices.