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¿Qué es la estimulación cognitiva?

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¿Qué es la estimulación cognitiva?

La estimulación cognitiva es un tipo de terapia que se compone de actividades para mantener o mejorar el funcionamiento de las habilidades cognitivas o funciones mentales. Estas son la atención, la memoria, la percepción, el lenguaje, las funciones ejecutivas (razonamiento, búsqueda de soluciones, planificación, etc.) o las praxias (relacionadas con el movimiento).

Estimulación cognitiva para adultos

Estas actividades suelen utilizarse en programas de intervención para pacientes que sufren algún tipo de pérdida de funciones cognitivas. Estas personas pueden padecer algún tipo de enfermedad neurodegenerativa, deterioro cognitivo, o por la evolución del envejecimiento normal de la persona.

¿Quiénes necesitan hacer ejercicios de estimulación cognitiva?

Las personas que se benefician de este tipo de técnica terapéutica son personas mayores que comienzan a notar que sus facultades mentales van mermando con el tiempo, como personas que notan cada día más problemas de memoria, para concentrarse o para encontrar la palabra que quieren decir. Cuando se dan estos problemas, lo primero que se debe hacer es acudir a su médico para poder ser derivado a un especialista que evalúe sus funciones mentales. A partir de esta evaluación, un neuropsicólogo, experto en demencias, podrá planear un tratamiento adecuado para la persona.

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¿Qué conseguimos con la estimulación cognitiva?

Entre los objetivos que perseguimos con la estimulación cognitiva está mantener las habilidades cognitivas que ya se conservan y ralentizar la posible pérdida inevitable de alguna de ellas (fruto de enfermedades neurodegenerativas). También es importante crear un entorno estimulante para realizar las actividades de una manera activa y motivada y mejorar el interior de las personas y sus relaciones personales. Preservar la autonomía de la persona también es un objetivo de la estimulación cognitiva, lo cual dará al paciente una mejor percepción de sí mismo y de sus capacidades, aumentando su autoestima y la visión de lo que es capaz de llegar a hacer.

Es importante tener en cuenta que es difícil recuperar esas funciones cognitivas que se pierden a lo largo de la vida por diferentes motivos, por lo que la estimulación cognitiva pretende mantener las que ya se conservan e intentar mejorarlas para que la calidad de vida de la persona sea lo mejor posible.

¿Cuándo se debe hacer estimulación cognitiva?

La estimulación cognitiva se pone en marcha en terapia en personas que padecen algún tipo de deterioro cognitivo o enfermedad neurodegenerativa. Estimular la cognición en las primeras etapas de una enfermedad neurodegenerativa o en el deterioro cognitivo leve es de vital importancia para ralentizar la pérdida de funciones cognitivas y preservar las que se mantienen. Se considera un tratamiento igual de importante que el tratamiento farmacológico, y por ello se recomienda que vayan unidos.

Aunque la estimulación cognitiva es esencial para los problemas de deterioro cognitivo, no es necesario padecerlo para realizarla. Actualmente nos encontramos ante una población muy longeva, y las personas mayores pueden notar algún déficit en sus funciones cognitivas derivadas de el envejecimiento normal.

Podemos encontrar dificultades para llevar a cabo determinadas tareas en nuestra vida diaria, o notar que alguna de nuestras capacidades ha menguado con el tiempo. El problema más habitual del que las personas mayores se suelen quejar son las pérdidas de memoria, las cuales no siempre van unidas a una enfermedad neurodegenerativa (como la enfermedad de Alzheimer). En estos casos, es recomendable comenzar a ejercitar nuestras habilidades cognitivas para mantener su correcto funcionamiento e incluso incrementarlo en algunos casos.

El cerebro es como un músculo por lo que, si lo ejercitamos, seremos capaces de mejorar nuestra mente y mantener nuestras capacidades cognitivas como están. La mejora de tales funciones va unida a cada caso en particular por lo que, en este tipo de terapias, no se puede asegurar una recuperación de lo perdido ni una mejora en determinada habilidad cognitiva.

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¿En qué consiste la estimulación?

La estimulación cognitiva consiste en una serie de tareas destinadas a ejercitar una o varias funciones cognitivas. Las tareas que utilizamos se pueden presentar tanto en papel como en formatos digitales, y siempre deben ser personalizados para cada paciente. Los pacientes deberán realizar las tareas tanto en consulta como en casa, para no perder el hábito de entrenamiento y que los resultados sean mejores.

El terapeuta será el que indique qué actividades se deben realizar y su frecuencia, y habitualmente proporcionará al paciente un cuadernillo de tareas. No debemos olvidar que el cerebro se ejercita, al igual que cualquier músculo del cuerpo, y por ello necesita una estimulación concreta para mantenerse sano y activo.

Antes de estimular, evaluar

Antes de comenzar a realizar la estimulación cognitiva deberemos realizar una evaluación neuropsicológica del paciente mediante diferentes tipos de cuestionarios y tests validados a nivel científico, y que sirven para medir las habilidades cognitivas y conocer cuáles están afectadas y cuáles se mantienen.

Este tipo de evaluaciones es especialmente importante en pacientes con deterioro cognitivo, ya sea un deterioro cognitivo leve o cualquier tipo de enfermedad neurodegenerativa que esté comenzando a afectar a la cognición. Acudir a un profesional de la salud cuando se comience a observar que lo que antes funcionaba correctamente ya no lo hace es clave. Así, mediante la estimulación cognitiva, se intenta mantener la mayor cantidad posible de funciones y en el mejor estado posible.

¿Qué funciones trata la estimulación cognitiva?

Es importante tener en cuenta que la estimulación cognitiva se aplicará tanto a las funciones que se están perdiendo como a las que el paciente preserva, incidiendo más en estas últimas. De esta manera, evitaremos que el paciente se frustre al ver que no consigue realizar tareas que antes podía hacer sin problemas.

Los terapeutas debemos ser conscientes de las limitaciones de los pacientes para ajustar las tareas a ellos y que no resulten demasiado exigentes. Así como pretendemos que los pacientes mejoren y mantengan sus habilidades cognitivas, nuestro objetivo también es que el estado de ánimo y la conducta sean lo más óptimos posible mediante la mejora de su autoestima.

Si se realiza una estimulación cognitiva adecuada, el paciente podrá comprobar poco a poco que se encuentra mejor, con una mayor capacidad para realizar las tareas, con mayor confianza en sí mismo al demostrarse que es capaz de realizar lo que no creía que podría hacer.

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Funciones que se trabajan en la estimulación cognitiva

  • Atención y orientación: Son básicas para poder poner en marcha el resto de funciones cognitivas. Se ejercitan mediante actividades que requieran mantener la atención sobre una tarea o más al mismo tiempo.
  • Memoria: O facultad para conservar la información. Se ejercita mediante actividades en las que haya que recuperar información que nos hayan dado anteriormente.
  • Funciones ejecutivas: El cual consta de razonamiento, solución de problemas, planificación, etc. Se ejercitan mediante actividades en las que nos piden planificar determinadas acciones, razonar respuestas a problemas y buscar las mejores soluciones a los mismos. Se utilizan supuestos sobre los que la persona debe decidir una forma de actuar.
  • Lenguaje: Engloba el habla, la escritura, la repetición de palabras, comprensión o lectura. Las actividades constan de ese tipo de tareas, reguladas en su dificultad según la persona.
  • Cálculo: Escribir, leer y comprender números y realizar cálculos aritméticos.
  • Praxias: Capacidad de realizar ciertos movimientos con la cabeza, cara, brazos, piernas, etc. Las tareas consisten en la repetición de los movimientos que realiza el terapeuta o en obedecer ordenes de movimientos concretos.

Tipos de estimulación cognitiva

Podemos encontrar diferentes tipos de terapia que nos sirvan como estimulación cognitiva, como pueden ser:

  • Terapia de reminiscencia: Consiste en el recuerdo de hechos generales o de experiencias personales. Lo que se busca es mantener el pasado personal y la identidad de la persona. Para ello, podemos utilizar la propia narración de acontecimientos, canciones, olores o ruidos, por ejemplo. Se suele realizar en grupo con personas con afinidades similares.
  • Grupos de buenos días: En estos grupos se suele comentar la fecha actual, noticias del día y las actividades que se han realizado el día anterior y las que se van a realizar ese día. Se pretende activar la atención, la verbalización, las relaciones con los demás y la orientación en general.
  • Grupos de orientación a la realidad: En estos grupos se repasan la fecha actual, las personas que integran el grupo, el lugar en el que nos encontramos y las tareas que se van a realizar. Tras realizar dichas tareas, deberemos repasar qué es lo que se ha hecho en el día y con quién. Los objetivos son potenciar las relaciones entre las personas del grupo y la comunicación.
  • Programas de psicoestimulación cognitiva: En los que se trabajan las diferentes funciones cognitivas (atención, memoria, comprensión, praxias, etc.). Se busca aumentar la actividad de esas funciones cognitivas para mantener
    las habilidades intelectuales.
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Reserva cognitiva

Actualmente sabemos que, cuantas más actividades realicemos a lo largo de la vida que exijan un esfuerzo mental, menos probabilidades tendremos de padecer algún tipo de deterioro cognitivo. Salvando las características genéticas que puedan ayudar a que nos afecte una enfermedad neurodegenerativa al hacernos mayores, se ha comprobado que las personas que han cursado estudios universitarios y que han trabajado en puestos exigentes (médicos, abogados, ingenieros, etc.), mantienen más capacidades cognitivas a partir de los 80 años que las personas que han recibido estudios básicos y han realizado tareas más sencillas en su vida.

Esto se debe gracias a la reserva cognitiva, un término médico que indica que el cerebro es capaz de tolerar los cambios que se dan en él con la edad y no dar lugar a la pérdida de funciones cognitivas hasta más tarde de lo que se da en otras personas.

¿Puedo evitar la pérdida de funciones cognitivas?

Tal y como hemos comentado anteriormente, sí, podemos evitar la pérdida de funciones cognitivas, o por lo menos retrasar esa pérdida hasta años más tarde de lo que podrían aparecer.

Leer, hacer crucigramas o sudokus, estudiar, plantearse retos en la vida, aprender nuevas habilidades como algún deporte o afición, mantener una dieta saludable o realizar ejercicio de manera regular, pueden ayudar a retrasar esa pérdida de funciones cognitivas. Todas ellas contribuyen a que el cerebro se mantenga activo regularmente y mantenga sus facultades cognitivas.

¿Cuándo debo acudir a un profesional?

Con la llegada de los años, la vida se suele volver más sedentaria. Las personas abandonan actividades que realizaban anteriormente por la pérdida de movilidad, la pérdida de su círculo de amistades o por pérdida de independencia, entre otras. Suele ser a partir de momentos como estos cuando comienzan las pérdidas de memoria, dificultades para concentrarse, dificultades para ejecutar tareas mentales adecuadamente, lentitud en el pensamiento, etc.

Puede que no recuerden si le han echado sal a la comida, qué día es, o incluso cuál es el nombre de una persona cercana. También es posible que se pierdan en conversaciones con otras personas porque se han distraído, o que se les queme la comida porque olvidaron apagar el fuego, entre otras.

Estas experiencias nos pueden servir como alarma para pedir ayuda a un profesional que ayude a ralentizar esas pérdidas y mantener la calidad de vida que la persona tenía hasta este momento. Es importante saber que este tipo de experiencias pueden ser parte del comienzo de una enfermedad neurodegenerativa, de un deterioro cognitivo leve o parte del envejecimiento normal. Todas ellas pueden aparecer sin necesidad de padecer una enfermedad, pero es necesario que un profesional realice una evaluación exhaustiva para poder dar un tipo de tratamiento efectivo.

La importancia de la vida activa en personas mayores

Cualquier persona, tenga la edad que tenga, es capaz de realizar actividades que se adapten a sus circunstancias y a sus capacidades.

La actividad mental en las personas mayores es esencial para mantener sus funciones cognitivas intactas. Por ello, aunque no se hayan detectado pérdidas cognitivas, es muy beneficioso mantener actividades de ocio, aficiones y relaciones personales, todo ello dependiendo de cada caso particular.

Es habitual que las personas mayores crean que no tienen más que aprender y no se sientan capaces de hacerlo, pero eso no es cierto. Podemos estudiar algo que nos resulte interesante, aprender a utilizar aparatos nuevos o nuevas tecnologías, etc., siempre teniendo en cuenta que el tiempo para realizar estas tareas puede ser mayor, pero tenemos la capacidad para hacerlo.

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