¿Qué son los trastornos psicosomáticos?
En nuestra vida diaria no podemos separar en nuestro cuerpo de nuestra mente. Existe una interconexión entre lo que pensamos, nuestras emociones y nuestro funcionamiento físico. Por ello, cuando el cuerpo enferma, ocurren una serie de reacciones en los procesos mentales de la persona para adaptarse a esta nueva situación.
Y también ocurre en sentido contrario; pues los estilos de pensamiento, nuestras emociones, la manera de actuar con los demás; conllevan cambios en el estado físico. Puede que ante una enfermedad, los síntomas físicos se agraven por los factores que se activa, o puede que, ante algún tipo de pensamiento o emoción que puedan provocar estrés o preocupaciones , se activen síntomas físicos como el dolor de estomago o de cabeza entre otros.
Existen condiciones que pueden favorecer la aparición de problemas psicosomáticos, como los estilos de afrontamiento negativos; las conductas desadaptativas relacionadas con la salud (el sedentarismo, la mala alimentación, el consumo de sustancias…) y las respuestas fisiológicas asociadas al estrés y a la ansiedad. Puede que una persona padezca cierta enfermedad que le provoque estrés, y este a su vez influya en la evolución de la enfermedad o puede que una persona hipocondriaca note cierta molestia leve en su cuerpo y esa sensación se convierta en algo muy preocupante ante el miedo de padecer algo más grave.
Además, en determinadas condiciones médicas los factores psicológicos pueden influir de diversas maneras; interfiriendo con el tratamiento de la condición médica, alterando el curso de la enfermedad, constituyendo un factor de riesgo adicional para la salud del individuo o agravando los síntomas a través de respuestas fisiológicas asociadas al estrés.
Psicología y trastornos psicosomáticos
Diversos trastornos físicos pueden mejorar con intervenciones psicoterapéuticas y en ciertos casos psicofarmacológicas, como por ejemplo la hipertensión, las taquicardias, las cefaleas, el asma bronquial, las alergias, el síndrome de colon irritable, los tics, determinados temblores, lumbalgias, contracturas… Con una adecuada evaluación, tratamiento y seguimiento se consigue una mejoría en la calidad de vida; reduciendo los estados de ansiedad y depresión que puedan estar relacionados; entrenando la gestión de las emociones, aprendiendo estrategias de afrontamiento y eliminando conductas que puedan propiciar la aparición de enfermedades.
Mediante la terapia buscamos que el paciente aprenda a gestionar los síntomas y comprenda cual es su problema para detectar emociones, pensamientos o sensaciones cuando aparezcan y dar una explicación a lo que sucede.