¿Te han salido Patas de gallo
Conforme el cuerpo humano envejece las distintas partes que lo componen van acusando el paso de los años. En determinados órganos y músculos ese paso del tiempo se puede evidenciar en un peor funcionamiento, flacidez facial e, incluso, la aparición de dolores crónicos de no haber tenido hábitos adecuados.
En la mayoría de estos casos los problemas asociados al paso del tiempo van apareciendo de forma progresiva y velada. En la piel, en cambio, el envejecimiento es mucho más evidente, ya que se manifiesta de forma clara a través de las arrugas. Las arrugas aparecen como consecuencia del deterioro de las funciones regenerativas de la piel y de los mecanismos que la mantienen hidratada por la acción de dinámicas biológicas como el envejecimiento, hábitos personales, gesticulación y agentes externos.
En las personas jóvenes la dermis, la capa que se sitúa por debajo de la epidermis, tiene una gran elasticidad gracias a las fibras de elastina, que facilitan la recuperación de la piel, y la proteína del colágeno, que proporciona resistencia y flexibilidad. Sin embargo, con el paso de los años las fibras se van deteriorando y el colágeno se va perdiendo, por lo que la dermis se afina y a la epidermis le es cada vez más difícil recuperarse, lo que hace que comiencen a aparecer las arrugas.
La zona del cuerpo en la que primero aparecen las arrugas es el rostro, ya que es la parte más expuesta a agentes externos y en la que la piel experimenta más movimiento debido a las expresiones faciales. Y de entre todas estas rugosidades que se dan en la cara, las conocidas como patas de gallo son las que se suelen manifestar más pronto.
¿Son arrugas las patas de gallo?
Las patas de gallo son pequeñas arrugas que se dan en el extremo exterior de los ojos. Se trata de rugosidades de expresión producidas por la constante tensión y relajación
de los músculos de la cara a lo largo de los años, que provocan surcos en las zonas
donde la piel se pliega.
¿Por qué aparecen las patas de gallo?
Las patas de gallo aparecen por la acción de varios factores. El primero es el envejecimiento, ya que la piel va perdiendo la capacidad de regenerarse e hidratarse con el paso de los años. Sin embargo, en el rostro este proceso se acelera por otras dos causas, el mayor movimiento de la piel en esa zona como consecuencia de las expresiones faciales y la constante exposición a factores externos que perjudican su recuperación.
El ser humano realiza miles de expresiones faciales al día, de ahí que las arrugas de expresión sean las primeras en aparecer. Y, dentro de éstas, las patas de gallo son las que se dan con mayor prontitud debido a que se ubican en una de las zonas con más movimiento cutáneo, el contorno de los ojos.
Así, la tensión a la que someten los músculos de la cara a la piel va provocando surcos en la epidermis que, al tener las fibras debilitadas y una hidratación insuficiente como consecuencia del envejecimiento, no son capaces de recuperar la elasticidad previa. De esta forma, esa zona se va secando y plegando cada vez más, formando arrugas que cada vez serán más profundas.
¿Cuándo aparecen las patas de gallo?
La aparición de las arrugas faciales como las patas de gallo no entiende de edad. Hay personas que las empiezan a padecer en la veintena y otras que no las sufren hasta después de los 50 o los 60 años. Esto se debe a que el surgimiento de estas rugosidades de la piel depende de muchos factores, desde la propia edad hasta la predisposición genética, pasando por hábitos y procesos biológicos del cuerpo como la menopausia en el caso de las mujeres.
No obstante, pese a que las arrugas pueden empezar a aparecer a cualquier edad desde la entrada en la etapa adulta, al superar la barrera de los 30 años las posibilidades de que surjan aumentan, en especial aquellas que son tan frecuentes como las patas de gallo.
Si las primeras arrugas han comenzado a aparecer a partir de los 30 años, sobre los 40 es frecuente que empiecen a marcarse más e, incluso, que aparezcan pequeñas manchas en la piel. A partir de los 55 o 60 años este procedimiento se acelera, en especial en las mujeres debido a los cambios hormonales causados por la menopausia. Aunque este suele ser el desarrollo normal de las arrugas, los tiempos pueden cambiar, como ya mencionábamos anteriormente. Lo que es seguro es que tarde o temprano aparecerán, pero si la persona ha tomado medidas preventivas oportunas puede retrasarlas y facilitar los tratamientos posteriores.
Cinco consejos para prevenir la aparición de las patas de gallo
Evitar la exposición prolongada al sol
En especial durante las horas en que sus rayos inciden con mayor fuerza. Como ya hemos apuntado, un factor determinante en la aparición de cualquier arruga, incluidas las patas de gallo, es la sequedad de la piel, que al no estar bien hidratada pierde elasticidad.
Estar muchas horas expuestos al sol la reseca y facilita el surgimiento de estas rugosidades. Cuando se veranee o se practique deporte durante varias horas al aire libre se debe procurar usar un protector solar adecuado para el tipo de piel de la persona que lo use, aplicarlo media hora antes del contacto con el sol y volver a usarlo cada dos o tres horas en situaciones normales, y cada vez que el agua o el sudor se sequen.
No fumar
El tabaco también reseca la piel y provoca la aparición de arrugas faciales prematuras.
Dormir bien
No descansar de forma adecuada influye en multitud de aspectos del cuerpo, incluido el envejecimiento de la piel, pues esta no se relaja lo suficiente ni se recupera tras una larga jornada contrayéndose y dilatándose.
Esto hace que las fibras que componen la dermis se deterioren con mayor rapidez y, de esta manera, se reduzca su flexibilidad. Además, en el caso particular de las patas de gallo, la falta de sueño es especialmente importante, pues afecta muy particularmente a la zona cutánea que rodea a los ojos.
Buena alimentación
Como en muchos otros aspectos relacionados con la salud del cuerpo, mantener una alimentación rica y equilibrada ayuda a retrasar el deterioro provocado por el envejecimiento. En el caso de la piel es importante tomar alimentos antioxidantes, ya que ayudan a regenerar las células.
Hidratar la piel
Tanto con cremas hidratantes generales como con cosméticos antiarrugas. Dentro de estos últimos, existen productos especialmente diseñados para combatir las patas de gallo que ayudan a estimular la circulación en esa zona, de forma que oxigenan e hidratan mejor la piel, por lo que son los más adecuados para prevenirlas. En cualquier caso, si no se sabe qué crema es mejor aplicar siempre se puede consultar a un profesional en medicina estética para salir de dudas.
¿Cómo eliminar las patas de gallo sin cirugía?
Los consejos para prevenir las patas de gallo servirán para retrasar su aparición y facilitar los tratamientos en centro posteriores para disimularlas o eliminarlas, pero no evitarán que se manifiesten ya que, tarde o temprano, acabarán surgiendo. Una vez suceda esto, existen determinados procesos que pueden disimular o eliminar las patas de gallo sin necesidad de intervenciones quirúrgicas. Para saber cuál es el más indicado para cada caso, es recomendable acudir a un centro de estética.
En primer lugar, existen tratamientos naturales antiarrugas como los masajes oculares o las mascarillas que son muy efectivos cuando las patas de gallo están en sus primeras fases de aparición. Si se opta por la aplicación de masajes, se deben embadurnar los dedos con aceite de oliva, de coco o a base de vitamina E, pues sus propiedades en combinación con la fricción aumentarán la circulación sanguínea, hidratarán la zona y fijarán los antioxidantes de estos líquidos grasos en la dermis, lo que mejorará su elasticidad. Conviene realizarse estos masajes al menos dos veces al día.
En cuanto a las mascarillas para eliminar las patas de gallo, hay que usar productos como la miel, el pepino o el aloe vera, aplicarlos en la zona ocular, dejarlos que actúen durante unos 20 minutos y, finalmente, retirarlos con agua templada.
Otro remedio es el uso de cremas antiarrugas específicamente diseñadas para las patas de gallo. Éstas están compuestas por colágeno y otras sustancias que hidratan y devuelven elasticidad a la piel, y aunque no las eliminan por completo, crean un efecto alisador que las disimula bastante bien. De no saber qué cosmético es el más adecuado, lo más indicado es consultar a un especialista en medicina estética. Por último, se puede recurrir a los tratamientos médicos no quirúrgico. De entre ellos, uno de los más comunes es el láser, cuya aplicación hace que la piel pueda volver a generar colágeno y, por lo tanto, sea capaz de recuperarse sin que se den arrugas. Otra solución es la de los rellenos faciales, que consiste en la inyección de determinadas
sustancias (en función del tipo de cutis de la persona) que rellenan las zonas afectadas por las patas de gallo y devuelven el aspecto liso a la piel.
Las inyecciones de Botox son otra solución médica no quirúrgica. Esta sustancia se inyecta en los músculos del rostro y los bloquea, de modo que evita que se contraigan y se relajen continuamente, lo que permite que las zonas afectadas por la rugosidad se puedan ir alisando y recuperando, al tiempo que evita que aparezcan nuevos pliegues.
¿Cómo eliminar las patas de gallo con cirugía?
Si todas las técnicas no quirúrgicas mencionadas no resultan efectivas, también existen determinadas intervenciones de cirugía estética que pueden eliminar de las patas de gallo. Una de ellas es la dermoabrasión. Se trata de una técnica que se practica en el centro de estética la cual consiste en eliminar las capas más superficiales de la epidermis, es decir, las más dañadas, con instrumentos quirúrgicos. Esto provoca pequeñas heridas que, al sanarse, regeneran la piel y eliminan imperfecciones. No obstante, pese a que es efectiva, se trata de un tratamiento invasivo que puede dañar a pieles especialmente sensibles, para las que es más recomendable la microdermabrasión.
Una técnica parecida a la anterior es la de los peelings químicos, con la diferencia de que se usan sustancias químicas-sintéticas para eliminar las capas dañadas de la piel en lugar de instrumentos quirúrgicos. Esto da paso a una recuperación de la epidermis que regenera las partes dañadas y disminuye las arrugas. Se considera una intervención quirúrgica porque es una técnica invasiva que usa sustancias delicadas y que, a veces, precisa de anestesia.
Otra intervención para corregir las patas de gallo es el lifting facial, que consiste en la infiltración de ácido hialurónico en la zona para tensar la piel. Esta intervención está indicada para arrugas leves y no necesita anestesia. Si las patas de gallo son más pronunciadas, la mejor intervención es la blefaroplastia. Se trata de una cirugía leve por la que se realiza un estiramiento de la piel de la zona de los ojos, se elimina la piel sobrante y se restaura la tensión de los músculos, por lo que también servirá para corregir ojeras, bolsas y párpados caídos.
Es una intervención que precisa de anestesia, aunque tiene un posoperatorio breve y sus resultados son prolongados. La elección de una técnica quirúrgica u otra para atenuar o eliminar las patas de gallo dependerá del tipo de piel y la profundidad de las rugosidades. Por ello, lo mejor es consultar a un especialista en un centro de estética para elegir el tratamiento más adecuado en cada caso.