¿Qué son los celos?
La idea de amor romántico ha sufrido ciertas variaciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, algunos medios de comunicación y novelas románticas han contribuido a identificar los celos como sinónimo de amor. Los celos surgen por el miedo a perder el afecto del otro a causa de una amenaza (real o imaginaria). No obstante, el sentirse celoso, más que una prueba de amor, supone una prueba de autoconfianza. Esto se refiere a que la persona siente celos cuando cree que otro (la imagen de quien uno querría llegar a ser) puede darle a su pareja aquello que no obtiene de uno mismo, por lo que será sustituida en cuanto su pareja encuentre a una persona más digna de su amor.
En resumen, los celos actúan como mecanismo de defensa para paliar las propias inseguridades y miedos. De esta manera, lo que comienza como un sentimiento de desconfianza puntual, termina transformándose en una sospecha generalizada. La persona tiende a emparanoiarse, detectando supuestos indicios que alimentan sus miedos sobre la supuesta infidelidad de su pareja, ya que el celoso es una persona que no se da suficiente valor a sí misma, por lo que no entiende por qué su pareja puede querer estar con ella.
El origen filogenético de los celos es evidente: la exclusividad sexual permitió a nuestros antepasados proteger a sus descendientes, por lo que los celos informan de la presencia de peligro, a fin de que el cerebro humano busque una solución. Pero, ¿hasta qué punto tener celos es algo normal?, ¿Qué es lo que distingue los celos normales de los celos patológicos?
¿Cuál es el límite entre los celos normales y los celos patológicos?
Principalmente, lo que diferencia los celos normales de los celos patológicos es que los celos normales sirven para preservar el vínculo ante una amenaza real. De esta manera, estos celos pueden contribuir a mejorar la calidad de la relación y a solucionar ciertos problemas de la misma.
En cambio, aunque la naturaleza de los celos patológicos es la misma, la persona no sólo los padece de manera frecuente e intensa, sino que los maneja de forma inadecuada, lo que termina ocasionando sufrimiento a ambos. En este sentido, se puede decir que la persona celosa tiende a caer en una espiral obsesivo-compulsiva. Esto se debe a que, si bien el ritual de comprobación sobre el estado de su pareja reduce puntualmente su ansiedad, después vuelve a surgir dado que es imposible controlar la vida de su pareja en todo momento.
Señales para detectar los celos patológicos.
Ante la inseguridad por la supuesta inestabilidad de su relación, los celos suelen provocar una serie de cambios a nivel cognitivo, emocional y conductual.
Respecto a las conductas manifiestas, la persona puede terminar llevando a cabo importantes conductas de control. Algunas de ellas son revisar las pertenencias del otro, solicitar sus contraseñas o su ubicación, exigir compartir los mensajes o conversaciones privadas, espiarla, prohibirla relacionarse con ciertas personas (p. ej. con amistades comunes con una expareja), impedirla realizar ciertas actividades o hacerlas acompañada de la persona celosa.
Dichas conductas pueden llegar a convertirse en auténticas compulsiones que alimentan la percepción errónea de la persona celosa en los acontecimientos cotidianos. Con ello, se incrementa la necesidad de controlar y vigilar al otro. Así, la pareja se ha convertido en una relación de tres, en la que el miembro celoso ha terminado incorporando en la rutina al ex, al amigo, al compañero o al vecino que le genera celos.
En resumen, la persona celosa termina padeciendo a causa de la preocupación constante por su pareja y sus acciones. También sospecha ser víctima de un engaño amoroso y actúa de forma paranoica con su pareja, llegando incluso a inducirla sentimientos de culpabilidad cuando ésta no termina de aislarse de su familia y/o amistades a fin de estar siempre con el miembro celoso. Su baja autoestima se manifiesta en este aspecto al experimentar una sensación de abandono y ansiedad constantes.
¿Por qué se sienten celos?
- Educación y factores culturales: Las expectativas falsas sobre el amor y las relaciones pueden llevar a llevar a creer que amar a la pareja es sinónimo de mimetizarse con ella, haciéndolo todo juntos. Se trata, por lo tanto, de patrones afectivos mal aprendidos.
- Experiencias personales: El haber crecido en un hogar donde los padres se relacionaban de esa forma puede incrementar la posibilidad de padecer celos al no percibirlos como algo negativo. También, el haber sido sufrido una infidelidad puede llevar a la persona a mostrarse más recelosa en su siguiente relación.
- Celos proyectados: El haber sido infiel o desear serlo puede llevar a creer que la pareja tiene el mismo deseo, generando suspicacia.
- Dificultades para relacionarse: Normalmente, son personas a las que les cuesta comunicarse con su pareja de una manera sana, por lo que tienden a desarrollar otro tipo de conductas menos adecuadas para conseguir sus objetivos.
- Falta de confianza en sí mismo: Las personas celosas suelen considerar que si su pareja les quisiera ésta sólo tendría ojos para ella, es decir, que si admira a otra persona es que uno mismo no vale la pena y, por lo tanto, lo normal es que termine marchándose con otra persona.
Trastornos psicológicos: Existen ciertos problemas psicológicos que pueden facilitar la aparición de los celos como los trastornos de personalidad histriónico, narcisista o paranoide. Por otra parte, la dependencia emocional suele aparecer asociada a los celos, ya que conlleva patrones afectivos desestructurados.
¿Hasta qué punto deben aguantarse los celos en una relación de pareja?
Cuando los celos son desproporcionados en intensidad, frecuencia o son infundados, significa que la persona ha llegado a desarrollar una visión distorsionada de la realidad, lo que suele aparecer unido a un comportamiento obsesivo. La persona dedica gran parte de su tiempo a recabar pruebas que indiquen un posible engaño, rechazando cualquier argumento contrario.
Esta situación termina generando discusiones en la relación, llevando a la persona celosa a intentar controlar a su pareja mediante prohibiciones, culpabilizándola de sus celos y explosiones emocionales, llegando incluso a producirse situaciones de maltrato físico. Las acusaciones basadas en la imaginación, el control de gastos o de salidas, el comprobar constantemente qué se está haciendo y con quién, recibir insultos y reproches constantes son algunas de las señales de alarma para abandonar una relación pues, aunque se puede entender cómo se siente la persona celosa, sus celos no justifican ciertas actitudes.
Las consecuencias de los celos patológicos.
Las consecuencias de experimentar frecuentes episodios de celos son variadas. En primer lugar, los celos exacerbados pueden interfirir en la vida familiar, social y laboral de los implicados, pues la pareja puede terminar optando por no realizar ciertas actividades para evitar los episodios de celos. También se puede optar por procurar mantener el ritmo de vida habitual, lo que inevitablemente termina siendo motivo de conflicto.
Los celos no sólo conllevan sufrimiento emocional para el afectado, sino que la víctima de celos puede llegar a sentir rechazo hacia el otro. Esto se debe a que la pareja se siente hostigada y, además, sus momentos en común han terminado dedicándose principalmente al intercambio de reproches. En este sentido, el progresivo deterioro de la relación y su dinámica cada vez más destructiva puede llevar a la víctima de los celos a mostrarse más distante. Este cambio suele ser interpretado por el celoso como una confirmación de sus sospechas, lo que puede lacerar más la relación, ocasionando la ruptura.
Por otra parte, las situaciones anteriormente descritas pueden llevar al afectado a desarrollar conductas obsesivas o de hipervigilancia. Ante esta situación de celos sostenida en el tiempo, se puede llegar incluso a padecer trastornos psicológicos como ansiedad o depresión.
¿Cómo puede ayudar un psicólogo a superar los celos de pareja?
La labor del psicólogo consiste fundamentalmente en abordar las inquietudes de la persona celosa. Para ello, se trabajan sus miedos y su autoestima, además de reducir las conductas de control sobre su pareja. A continuación, se presentan más detalladamente los objetivos a trabajar durante la terapia:
- Entender los celos: Más que erradicar los celos, se busca entender su origen, cómo se expresan y manejan a fin de evitar el malestar que producen en el afectado y en su relación.
- Reducir las conductas de control: Invadir la privacidad de la pareja no garantizará obtener la prueba que se precisa para confiar en la misma. En cambio, acrecentará la necesidad de controlar su rutina como medio para paliar el propio malestar ante las situaciones que pueden desencadenar los episodios de celos.
- Incrementar la autoestima: Trabajar las propias inseguridades y reconocer sus cualidades es fundamental para confiar en la capacidad para gustar a la pareja.
- Fomentar el espacio personal: El mantener una parcela de privacidad en la que poder desarrollarse a nivel individual es algo sano y normal en una relación de pareja.
La terapia de pareja ante los celos patológicos.
La terapia de pareja puede ayudar a abordar ciertos aspectos que no pueden tratarse a nivel individual en la misma medida:
Empatizar con la pareja
Reconocer lo irracional o desproporcionado de los celos ayuda a comprender cómo se siente la pareja cuando es acusada de coqueteos inexistentes.
Acrecentar la confianza en la pareja
Los celos llevan a creer que la desconfianza siempre está motivada por la pareja. Cuestionar las evidencias de supuestas infidelidades y buscar explicaciones alternativas para entender los acontecimientos ayuda a la persona a salir de su laberinto de celos.
Potenciar las habilidades de comunicación
La expresión de sentimientos es esencial para mejorar la relación de la pareja. De hecho, a través de la comunicación se puede poner remedio a ciertas situaciones que desencadenan los episodios de celos.
Mejorar la relación de pareja
No es extraño que las personas celosas acudan a terapia de pareja presionadas por su pareja. Además de trabajar los anteriores puntos, los cuales contribuirán positivamente a la mejora de la relación, es necesario trabajar en los intercambios positivos. Llegar a nuevos acuerdos a fin de cuidar la relación y demostrar el propio afecto de manera espontánea como se hacía anteriormente es fundamental.